El Colmillo Mortal (Doomfang en inglés) es una serpiente marina gigante rara vez avistada. El único Colmillo Mortal conocido vivió en la Ira de Thor (un estrecho entre Villanía e Histeria) cerca de quince años antes de pasar al océano abierto.
No se unieron a ningún bando durante la Rebelión de los dragones.
Descripción[]
Son enormes dragones de cuello largo, completamente negros y con ojos verde brillante. Tienen excelente vista, oído y olfato. Según The Complete Book of Dragons, pueden llegar a tener más de una cabeza y su lengua mide alrededor de los cien metros. También escupe un extraño fuego azul que congela cualquier cosa que toque.
Al final de Cómo Evitar una Maldición de Dragón, se los describe como dragones ágiles. Tienen alas y patas, pero no se sabe si vuelan ni cuántos pares de patas tiene.
En los libros[]
Antes de los eventos de la serie de libros, el Colmillo Mortal vivía en la Ira de Thor. Cuando el padre de Norberto el Chiflado, el jefe de los Histéricos, regresaron de un viaje a América, él fue asesinado por el dragón. Norberto el Chiflado juró vengarlo usando la flecha clavada en la papa que su padre encontró.
En Cómo Evitar una Maldición de Dragón, Hipo y Camicazi le roban la misma papa a Norberto el Chiflado (el actual jefe de la Tribu Histérica) para curar a Patapez de la Vorpentitis, una enfermedad causada por el aguijón del Venomous Vorpent y que no se puede curar de otra manera. Mientras viajaban de vuelta a Berk después de que el hielo se descongelara, el Colmillo Mortal rompe a través del hielo y ataca a los dos por la papa ya que el propio Colmillo sufría de Vorpentitis. Incluso deja la Ira de Thor mientras los perseguía y, finalmente tiene éxito en comer la papa, dejando a Hipo sin una manera de salvar la vida de su amigo. A pesar de jurar vengarse de Hipo por avergonzarlo antes en el libro, Norberto el Chiflado les permitió a Hipo y Camicazi escapar por librarse del Colmillo Mortal por los Histéricos.
En el epílogo del libro, un Hipo mucho más viejo dice que el mismo Colmillo Mortal que le robó la papa lo siguió a todas partes como un ángel cada vez que él salía a navegar. Todos los barcos se hundieron, mientras que el de Hipo siempre siguió a flote.
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